Cuando entramos en una reflexión momentánea se nos han
de venir a la mente un montón de
extrañas y deliciosas sensaciones de grandeza, de madurez sentimental, creemos
estar un poco más cerca de la felicidad, queremos cambiar, justo en ese momento
se nos arma de valor el espíritu y la mente, nos hallamos capaces de conseguir
cualquier cosa que deseemos, sentimos que el mundo está en nuestras manos y
mucho mejor aún, nos sentimos absolutos dueños y señores de nuestras vidas (lo
cual es un hecho que ignoramos la mayoría de las veces); la paz interna que se
encuentra es simplemente ¡increíble!, pero ahora bien despertando un poco de
ese sueño, pensemos:
¿Cuánto tiempo nos dura ese estado de alivio esperanzado?
¿Unas cuantas horas? o lo que es peor ¿unos pocos minutos?, Y después que
pasamos de ese éxtasis emocional... ¿Cómo quedamos? ¿Cómo si nada hubiese pasado?
Entonces volvemos a aferrarnos a nuestros viejos y obsoletos ideales y todo
continuará normalmente como si nada hubiese perturbado ese estado neutro en el
que nos encontramos.
Ahora si es usted de aquellos que reflexionar sí lo lleva
a otro nivel, es decir, logra avanzar en lo que cree y ello no se queda solo en
pensamientos, vaya que es ¡digno de admirar! (en lo personal hubiese querido
tener esa fuerza mental para mantenerme firmes cuando esa ilusión magnífica cae
de nuevo en algún rincón de mi alma). Es preciso mantenernos en un estado de
reflexión constante, es decir, que se vuelva parte de la existencia de cada
quien y que no solo se adueñe de unos pequeñísimos instantes (aunque sean estos
muy intensos), solo así podremos cambiar verdaderamente sea para bien o para
mal, porque claro está: reflexionar no siempre es para ser mejores
aunque así lo creamos, aveces esos cambios no son exactamente los más adecuados
pero es importante que lo hagamos ya que solo así progresaremos y nos daremos
cuentas de nuestros errores pasados (cuando pensábamos que se hacía lo
correcto) una vez que nos damos cuentas de las fallas y mejor aún cuando hallamos
comprendido la lección (porque de eso hay que estar seguros: los errores no son
más experiencias que con el tiempo sumaremos a nuestro favor), habremos
reflexionado de la mejor manera que un humano lo puede hacer: rectificando,
es allí donde el aprendizaje nos llevará a subir un eslabón más en la escalera
de la felicidad, porque no es más que una ¡escalera!, donde los últimos
peldaños para llegar a la meta final son los más difíciles de subir
consecuencia del cansancio que llevamos con nosotros tras haber ya luchado un
par de ocasiones para escalar los anteriores.
Pues bien, de ahora en adelante nuestro objetivo será
prolongar estos momentos de satisfacción personal hasta que logremos
convertirlos en parte de nuestro día a día, ¿Qué cómo lo haremos? Bueno muy
fácil, por mi parte prometo ayudarlos con esta tarea colgando diferentes artículos
para que así todos podamos opinar y dejar saber nuestro punto de vista sobre
determinado tema y así nos permitiremos los unos a los otros conocer distintas
maneras de ver las cosas lo cual nos llevará a realizarnos ciertas preguntas
que serían las llaves para abrir es mágica puerta de la reflexión y el
entendimiento.
Ana P. León
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